CONSEJOS PARA CUIDAR TU PIEL EN VERANO DESDE EL INTERIOR

La piel es el órgano más grande de nuestro organismo y, además de actuar como barrera defensiva con las agresiones que nos vienen del exterior, también es el espejo que refleja lo que pasa en nuestro interior. Deja en evidencia tanto nuestro estado emocional como nuestra salud física. Un buen color, además, independientemente del bronceado, dice mucho de nuestra nutrición.

Durante todo el año nuestra piel está expuesta a diversas agresiones tanto externas (factores ambientales, cambios bruscos de temperatura debidos a calefacciones o aires acondicionados, cloro de las piscinas) como internas (alimentación, estrés, horas de sueño, tabaco, alcohol). En verano estas agresiones aumentan porque nos exponemos más horas al sol al estar al aire libre o dándole al bronce. Esto provoca lo que denominamos fotoenvejecimiento que acelera la degeneración celular natural por destrucción de las fibras de colágeno y por eso aparecen síntomas como sequedad, erupciones o enrojecimiento. La piel reacciona y se queja.

Para evitar todo esto es imprescindible cuidar la alimentación. La cesta de la compra en este caso tiene que contener todos aquellos alimentos ricos en vitaminas, minerales y aminoácidos que necesitamos para compensar los efectos de la fogata interna que sea crea tomando el sol. Imaginaros quemando un papel en un cenicero. Suelta humo con vapor de agua y cenizas, ¿verdad?, pues en nuestro organismo se produce una reacción bastante similar. Todas esas cenizas son lo que llamamos radicales libres. Porquería metabólica ociosa que se dedica a unirse y a estropear nuestros sistemas de eliminación y neutralización de oxidantes. Para ello existen los famosos antioxidantes.

Os recomiendo empezar la terapia de choque con una buena dosis de frutas como los cítricos, y vegetales como el pepino,  que nos aportan grandes cantidades de vitamina C. Otras frutas y verduras también muy ricas en antioxidantes son la acerola, la guayaba, la grosella negra, el perejil, el apio y las espinacas. Con ellas podemos preparar zumos o licuados que ahora en verano nos vienen muy bien porque además nos van a refrescar e hidratar. También podemos preparar ensaladas con zanahoria y tomate que son ricos en beta carotenos, e incluir en la dieta los frutos secos y los pescados que nos aportan ácidos grasos omega3. Esta mezcla es genial.

Y no nos olvidemos de la súper-hidratación. Nuestro organismo pierde agua todos los días a través de la orina y las heces pero también con la respiración y el sudor de la piel. Al deshidratarnos, el colágeno y la elastina que son dos de las fibras del tejido epitelial, van perdiendo elasticidad y tersura con el tiempo.

Vamos a llenar de líquido estas estructuras con esos míticos dos litros de agua al día, que pueden tomarse en forma de zumos naturales, granizados, horchata, o infusiones frías como la de té verde que además contienen polifenoles con potente efecto antioxidante.

La idea no es ser jóvenes para siempre pero si podemos cuidar mejor nuestra piel para dar la mejor cara. Saber cuidarse también es cultura. Cultura de salud

Y NO OLVIDES….

 Seguir la regla ABC: Aplicar fotoprotección, Buscar la sombra y Cubrirse con ropa, gorros con viseras que cubran parte del rostro y gafas.

Elegir un factor adecuado, como mínimo de 15 o superior, que sea resistente al agua y proteja de los rayos UVA, UVB e Infrarrojos.

Protegerse del sol siempre, no sólo cuando se está en la playa o en la piscina.

– Para protegerse bien hay que empezar por el interior de uno mismo: es indispensable un aporte de plantas, vitaminas y minerales para preparar bien la piel para la futura exposición al sol. Mientras que el uso de una crema protectora es esencial, el consumo de un complemento alimenticio en forma de tratamiento ayuda a la piel a recibir mejor el impacto de los rayos solares, siendo especialmente recomendable para pieles claras y sensibles.

– No tomes el sol con restos de maquillaje o perfume sobre la piel, pueden aparecer manchas.

– Recuerda que el agua y la arena reflejan los rayos solares un 50% y un 35% respectivamente, aumentando sus efectos nocivos sobre la piel.

– Evita la exposición al sol entre las 12 y la 16h, intervalo en el que los rayos llegan verticalmente y, por tanto, la radiación UVA y UVB (la ultravioleta) es más fuerte.

– Bebe al menos dos litros de agua diarios y come mucha fruta. No solo estarás hidratando tu piel, sino que también te ayudará a evitar un golpe de calor.

– Usa todos los días, después de la exposición solar, una buena hidratación. Refrescará tu piel además de mantenerla suave y tersa.

– Después del baño en la piscina, utiliza una toalla suave para dejar la piel parcialmente seca. Aplica, inmediatamente después, un tratamiento hidratante cuando la piel aún está un poco húmeda, para sellar el agua en su interior.

 

 

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